jueves, 18 de agosto de 2016

Jerónimo Carrera y la lucha contra el socialismo utópico

Por: Wladimir Abreu.
Especial para Tribuna Popular TP
Ya va un año sin la presencia del querido camarada Jerónimo Carrera, desde aquel 29 de abril en que, con 90 años de vida, falleció habiendo sido siete años Presidente del Partido Comunista de Venezuela (PCV), luego de seis décadas completas como modesto militante y destacado dirigente de los comunistas venezolanos.
Este cumanés, nació el 14 de agosto de 1922. Siendo aún niño será testigo presencial de la invasión del Falke, de 1929, una de las últimas batallas del caudillismo criollo.
Único delegado venezolano al Primer Festival de la Juventud y los Estudiantes, en Praga, en 1947; fundador de la CTV y la CUTV; miembro por muchos años de la Federación Sindical Mundial (FSM); poliglota; internacionalista; prisionero político de Pérez Jiménez y Betancourt; estudioso y admirador de la obra de Simón Bolívar y su apreciación por los marxistas; excelente conferencista; para quienes tuvimos el honor de conocerlo, fue un maestro, conocedor a profundidad de la historia del movimiento comunista y obrero mundial, así como un experto de alto nivel de política internacional.
Jerónimo Carrera libró durante el proceso bolivariano, una titánica lucha en defensa del marxismo-leninismo, frente a las maniobras de la pequeña burguesía y los nuevos socialdemócratas, que pretendieron diluir la ciencia de los revolucionarios en una amalgama teórica poco definida, pero sí bien dirigida a distraer a la clase obrera de sus verdaderas tareas revolucionarias.
Víctima de las más viles agresiones, por aquellos que pretendieron acusarlo de las cosas que suelen recriminarnos a los comunistas: dogmatismo, pro-sovietismo, stalinismo, obviar las particularidades venezolanas y los nuevos sujetos del accionar histórico, vivir en el pasado y todas esas estupideces que son cantadas por aquellos que, bajo un manto revolucionario, pretenden que la clase obrera claudique la lucha revolucionaria y se hunda en el fango de la conciliación de clase, es decir que recorramos el mismo camino del Plan de Barranquilla de 1931, renunciar a la Revolución y conformarnos en el reformismo.
Jerónimo, con su crítica filosa y profundamente fundamentada en la ciencia del marxismo, sólo quiso dar herramientas revolucionarias a los líderes del proceso bolivariano, para corregir los entuertos, señalando con una claridad meridiana –que era fundamental, vital– el desarrollo de las fuerzas productivas, industrializar el país, en el campo y la ciudad, bajo el poder obrero en el Estado y la producción.
Esto si seriamente pensábamos construir el Socialismo, y que de no ser así las dificultades futuras serían monumentales, como expresó en una entrevista en el año 2010: “Después de 10 años, por ejemplo, hemos fallado en algo clave para el Socialismo: la industrialización del país. Venezuela carece de una base industrial, matriz del proletariado; todo se importa; desde productos tecnológicos hasta alimentos. La solución no son pequeñas empresas, sino una gran industria. Y Venezuela tiene hierro, aluminio, una central hidroeléctrica y petróleo para ser una potencia. ¿Dónde está el desarrollo? Hace 60 años se creó una siderúrgica que sólo reporta pérdidas. No hay un automóvil hecho en el país. PDVSA no cuenta con una flota de barcos. La industria naval debería ser un pilar de desarrollo. ¿Qué pasaría si Estados Unidos declara un boicot naviero?
Pudiéramos decir que Jerónimo era un visionario, pero creo que no le hubiese gustado el término. Jerónimo no pretendió ser pitoniso, sólo fue un comunista que utilizando las herramientas de análisis del marxismo, comprendió una verdad que hoy nos golpea vigorosamente en el rostro, la desindustrialización y el rentismo petrolero amenazan con ahogar a la sociedad venezolana. ¿La derecha burguesa venezolana puede ser una salida? ¡NO! Ya gobernó por muchos años y demostró qué puede hacer. Seguir en el rentismo, es insostenible. La opción verdaderamente revolucionaria pasa por realizar el salto revolucionario por parte de la clase obrera.
A un año de su partida, la figura de Jerónimo Carrera se reivindica. Hoy sus palabras de combate contra el reformismo y el diversionismo ideológico pasan a la primera línea de batalla, sus planteamientos han sido validados por la realidad histórica, juez inexorable.

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